El hombre tomo su espada y con un brusco movimiento de su brazo la apunto al cielo, luego la bajo lentamente hasta asentarla levemente sobre la cabeza de uno de sus hombres y realizo el ritual de bautismo que se estilaba para un Cruzado.
Ahora disponía de un nuevo guerrero de la fe, de un Ser humano cuya voluntad estaba ligada a imponer su creencia; o con la suavidad de su palabra o con el duro acero de su espada.
Lejos había quedado escrito en un viejo libro de Doctrinas* el mensaje de Jesucristo.
27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
*Biblia (Juan 14.27)https://www.clarin.com/mundo/crimenes-historia-santa-iglesia-catolica_0_rJAuDixBX.html